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Relación entre comer mal y nuestras enfermedades (y II)

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La ingesta de grasa, azúcares y harinas refinadas es la principal causa de este depósito y paralelamente se incorporan como factores de riesgo el estrés, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la diabetes y otros padecimientos que como iremos viendo también tienen que ver con la falta de una dieta adecuada.

La úlcera péptica, llamada genéricamente enfermedad ácido sensitiva gastroduodenal, es otra de las enfermedades que se asocian a la mala alimentación o al “mal comer”.

 Se ha ligado recientemente la presencia de una bacteria llamada helicobacter pylori, con el origen de ciertos casos de úlcera, pero la mayor incidencia está en la población que ingiere hidratos de carbono refinados, tenga o no tenga la bacteria. La predisposición está dada por la dieta sin fibra.

Por ejemplo, en un mismo país (India) se ha observado que las poblaciones que consumen arroz triturado a mano (no se pierden las fibras) tienen una muy baja incidencia de úlcera, mientras que las poblaciones que consumen arroz refinado tienen una incidencia muy alta de úlcera gastroduodenal.




Japón, que si bien está protegido de las enfermedades cardiovasculares por el alto consumo de pescado, tiene la incidencia más alta de úlcera del planeta precisamente por incorporar grandes cantidades de arroz refinado y azúcar también refinada en sus dietas.

En el estómago la digestión implica un juego de ácidos y jugos digestivos que se balancean en proporciones y cantidades fisiológicas, es decir, establecidas por la naturaleza.

Así por ejemplo el ácido clorhídrico y la pepsina se segregan en las células del estómago para digerir los alimentos, a su vez el propio estómago segrega mucina, una sustancia especial que tapiza sus paredes brindando protección contra el exceso de ácido y pepsina que son corrosivos.

Este equilibrio debe necesariamente apuntalarse con las proteínas de la alimentación, que también contrarrestan al ácido clorhídrico y a la pepsina.

Si, en cambio, nos alimentamos con hidratos simples, azúcares y harinas refinadas, ese equilibrio se pierde y el ácido no puede ser neutralizado adecuadamente dando como resultado la aparición de la enfermedad ulcerosa y favoreciendo el crecimiento de la bacteria helicobacter que se mencionara anteriormente.

Si Ud. está sentado mirando televisión o trabajando en la computadora y comiendo dulces, chocolates, caramelos o golosinas en general, durante algunas horas, su estómago se verá sometido a una concentración impresionante de azúcar pura sin posibilidad de contrarrestar el ácido clorhídrico segregado con otro elemento que no sea también su propia mucina.

Pero como el estímulo del dulce es muy fuerte, la pepsina y el ácido se incrementan mucho más de lo que puede bloquearla fisiológicamente; de ésta forma se produce lentamente la enfermedad ulcerosa.

Las caries dentales se producen como resultado de nuestra dieta básica carente de fibra. Tienen diferentes localizaciones en las poblaciones que consumen alimentos refinados y en los pueblos de la antigüedad que consumían mucha fibra. Los cráneos desenterrados analizados muestran que las caries se producían debajo de la línea de las encías. Las partículas de los alimentos se introducían debajo de las encías (no existía el cepillado) donde el desarrollo bacteriano producía la placa dentaria que corroía posteriormente a la pieza en cuestión.

En la actualidad las caries se encuentran en la posición más alta de la pieza dental, donde queda atrapado el alimento aunque no se cepille. Esto es prueba de que la ingestión de carbohidratos refinados contribuye a los altos índices de caries.

Cuando el azúcar se combina con la harina refinada que es pegajosa, produce una sustancia viscosa que se adhiere a la superficie del esmalte y el cepillado debe ser muy enérgico, frecuente y duradero para barrerlo. El masticar alimentos burdos, toscos, crudos y fibrosos, ayuda a mantener firmes y queratinizadas las encías. La fibra por sí misma no impide las enfermedades dentales pero su consumo ayuda, junto con el fundamental y elemental cepillado, a prevenirlas.

En la diabetes, la mala alimentación, incide en su aparición clínica temprana y en su empeoramiento. Hoy sabemos que existe una diabetes hereditaria, la diabetes tipo I, llamada también juvenil o insulino-dependiente. Si bien la alimentación sana no puede prevenir su aparición, también es cierto que es mucho lo que se puede lograr con una dieta rica en fibras y balanceada en hidratos de carbono, junto con un programa de ejercicios físicos controlados.

Se han logrado bajar los requerimientos de insulina a niveles realmente increíbles. No obstante y por suerte, ésta no es la forma más frecuente de diabetes (apenas 7% de los casos), sino la diabetes del adulto, tipo II, ligada a la dieta o no insulino-dependiente.

Esta forma de diabetes generalmente acompaña a las enfermedades cardiovasculares, a la obesidad, a la dislipemia (alteración de las grasas de la sangre), y a otros disturbios metabólicos en general. Si bien la herencia también juega un papel importante, aquí se hereda la predisposición y por ello es tan importante la adecuación rápida de un hábito alimentario sano y equilibrado para evitarla o retrasarla muchos años.

Si no cambiamos la alimentación, cualquier predisposición que hayamos heredado va a hacer su aparición inexorablemente con el paso del tiempo.

Si Ud. heredó la predisposición a ser diabético (padres, abuelos o tíos diabéticos) pero se alimenta correctamente, tiene una alta probabilidad de controlar la aparición clínica de la enfermedad, la cuál puede incluso no llegar a manifestarse clínicamente. En el peor de los casos, cuando ello ocurra podrá controlarla sin sufrimientos. Ud. puede ayudar a su herencia.




Todos los procesos de refinamiento producen pérdida de proteínas protectoras y transforman a los hidratos de carbono en sustancias simples de alto rendimiento energético que rápidamente se absorben como azúcar y hacen trabajar en exceso al páncreas.

Si se consumen alimentos refinados (pan blanco, refrescos y gaseosas, helados, pasteles, facturas o dulces), se está ingiriendo gran cantidad de azúcar refinada en poco volumen.

La absorción es masiva y la concentración sanguínea de la glucosa se eleva rápidamente. En cambio si esos mismos hidratos de carbono debieran ser aportados por alimentos con alto contenido de fibra, se necesitaría tanto volumen que nos sería imposible ingerirlos a todos en una sola sesión.

Por ejemplo: 1 kilo de remolacha y 20 manzanas son el equivalente de 120 gramos de azúcar. Esta cantidad probablemente Ud. la duplique sin darse cuenta en el día, pero ¿qué pasaría si intentara comerse el kilo de remolacha y las 20 manzanas?

Todas las estadísticas comparativas de diferentes lugares de la tierra nos indican que la diabetes es directamente proporcional a la ausencia de fibra y a la alta concentración de azúcar refinada en las dietas.

Tanto el cáncer, como los pólipos del colon o intestino grueso se relacionan ampliamente con la falta de fibra en la alimentación. Numerosos trabajos científicos avalan esta posición y se refieren también a otras enfermedades adquiridas del intestino grueso del hombre, como la colitis ulcerosa, los divertículos y hasta la propia apendicitis. Cuando los negros africanos fueron llevados a EE.UU. por primera vez, el cáncer de colon era desconocido totalmente entre ellos.

Actualmente en África ese tumor constituye sólo el 2% de los tumores malignos; pero en la raza negra americana es el cáncer más común y afecta aún más que el cáncer de pulmón. Esto se debe a que la dieta pobre en fibras hace que la materia fecal se concentre y las bacterias que descomponen las sales biliares tengan más tiempo para actuar y producir tóxicos químicos que se comportan como cancerígenos.

Al actuar por largos períodos sobre terrenos predispuestos y un tránsito intestinal retardado, producirían lesiones que posteriormente se malignizarían.

El 20% de la población de EE.UU. tiene pólipos de colon, que es una lesión benigna pero que puede malignizarse en algunos casos. Estas enfermedades son desconocidas para la gente que come abundante fibra y mucho más en los animales que se alimentan naturalmente. Lo asombroso es que los perros domésticos que comen restos de comida de los humanos de países industrializados, tienen pólipos de colon.

Existen muchas otras enfermedades que se relacionan con una inadecuada alimentación y entre ellas podemos citar a los cálculos biliares, la apendicitis, la hipertensión arterial primaria (agravada por el consumo excesivo de sal), la gota, la hernia hiatal, las hemorroides.

En muchos casos no puede demostrarse una causa-efecto directa, pero la sospecha es muy grande puesto que en los pueblos donde el consumo de fibra es importante la incidencia de éstas enfermedades es casi nula.

Hay muchas enfermedades que tienen relación con los insecticidas, los colorantes y los excipientes de alimentos envasados y medicamentos, pero que al médico se le hace muy difícil precisar. La fibra ha demostrado ser un elemento de protección contra estos males de la civilización moderna.

Es posible que la descomposición bacteriana de las sales biliares en las dietas sin fibra, produzca cancerígenos que se absorban y viajen por el torrente sanguíneo.

Experimentos llevados a cabo con ratones, alimentados con y sin fibra, y sometidos a dietas con elementos que remedaban la alimentación natural del hombre (colorantes, ciclamato de sodio, etc.); dieron como resultado que los que no comían fibra morían más o menos rápidamente, mientras que los que comían fibra estaban protegidos.

Resumen

Las evidencias epidemiológicas son muchas veces la base de importantes adelantos médicos. En éste sentido, existen muchas evidencias que hacen sospechar que una dieta pobre en fibras favorece la aparición de todas las enfermedades antes descriptas, pero habría que experimentar durante 30 años con dos grupos diferentes, uno comiendo fibra y el otro no, para corroborarlo científicamente y de esto sólo deberíamos esperar que los resultados se aplicaran a personas que nacieran en el futuro.

Para soslayar este inconveniente y al mismo tiempo evitar que los voluntarios se cansen de hacer tantos años de dieta, podemos observar la historia y leer que este experimento ya ha sido efectuado a la inversa en otros países.

Las sociedades que antes consumían alimentos ricos en fibra y que luego se adaptaron a las costumbres occidentales de refinamiento, aumentaron las enfermedades descriptas 20 a 30 años después de haber abandonado la fibra y ese incremento no se detiene.

De igual forma que una vacuna nos protege contra determinadas enfermedades específicas, la buena comida nos protege de una amplia gama de enfermedades que por sí mismas causan la muerte temprana, pero que además producen desmejoramiento progresivo de nuestra calidad de vida y numerosas formas de discapacidades.




No es fácil de entender para quien está sano y degusta diariamente el café con leche entera con factura, pan blanco, manteca y mermelada; come empanadas, tartas de jamón y queso, pasteles, carne en diferentes formas y especialmente asados con achuras, "choripán", postres y dulce de leche o manjar; no es fácil para esa gente comprender que con el tiempo su organismo se debilitará y dará paso a una vejez prematura con pocas posibilidades de mejorar la calidad de vida.

Lamentablemente la revolución industrial, que ha tenido muchas cosas positivas, también ha provocado una respuesta psicológica que acompañó al cambio del hábito alimentario de la población. El alimento pasó de ser el elemento de sustento energético de nuestras funciones vitales, para convertirse en un “elemento de gratificación personal y socio familiar”.

Fuente: alimentacion sana

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