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Virus del Papiloma Humano: La vacuna del Márketing del Miedo

La vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) comenzó hace meses su “traviesa” travesía por el sistema inmunológico de millones de niñas sanas en todo el mundo. 

En España, algunas comunidades autónomas se adelantaron al resto pero ya las demás están impulsándola.

Y escribo impulsándola porque lo que más llama la atención es el celo con el que las administraciones públicas están promocionando Gardasil (Merck) y Cervarix (GlaxoSmithKline -GSK-), una de las mayores operaciones de márketing del miedo de la Historia desarrollada por dos de las mayores multinacionales farmacéuticas del globo terráqueo.

Es difícil entender cómo un producto farmacológico que presenta tantas dudas e incógnitas como esta vacuna esté aplicándose a niñas de entre 11 y 14 años de edad para “prevenir” el cáncer de cuello de útero o cérvix.

Antes de entrar en detalles sobre cómo están consiguiendo Merck y GSK este éxito de ventas conviene recordar brevemente algunos de los puntos más discutibles del fármaco.



Aunque parezca lo contrario, si nos atenemos a lo que está pregonándose, en España no hay epidemia de cáncer de cérvix. La infección del VPH es condición necesaria pero no suficiente para adquirir el cáncer de cérvix y además, en el 90% de los casos, la infección remite de manera espontánea.

La mortalidad por este tipo de cáncer es baja con respecto a los más corrientes y se produce en torno a los 60 años de edad en personas que no solían hacerse revisiones. Su eficacia no se ha estudiado en niñas, sólo en adultas. No protege de todas las cepas cancerígenas del VPH, es preventiva pero no cura. Su precio es muy caro, más de 300 euros las tres dosis -en algunas comunidades 500-.

Por si fuera poco, como ha reportado la publicación Discovery DSalud en su nº109, en Estados Unidos han fallecido 18 niñas tras ser vacunadas y más de 18.000 han sufrido “efectos adversos”.

Y es que bajo la presión del márketing del miedo, del terror a enfermar, están realizándose estos negocios basados en el interés de ciertas farmacéuticas por expandir una “cultura de la prevención” basada en productos farmacológicos. Consumir medicamentos sin estar enfermo.

¿Pero cómo están consiguiendo estas poderosas compañías que los gobiernos acepten su estrategia comercial e incluso en algunos casos intenten implantar de manera obligatoria en la población esta vacuna que comenzó -y en España sigue siendo- de administración voluntaria?

A comienzos de febrero de 2007, el Estado norteamericano de Texas estuvo a punto de ser el primero en declarar obligatoria la vacunación con Gardasil en niñas de 11 y 12 años. La decisión fue adoptada por el gobernador del Estado, Rick Perry, pero la presión popular fue tal que hubo de retractarse. Resulta que Mike Toomey, el anterior jefe de Gabinete del gobernador Perry, trabajaba en tareas de lobby para Merck, fabricante de Gardasil.

El Washington Post publicó un reportaje de Associated Press (AP) que afirmaba que la jefa de Gabinete del gobernador, Deirdre Delisi, celebró con el director de Asuntos Presupuestarios y tres miembros de su departamento, una “Reunión sobre la Vacuna del VPH para Niños”, según consta en la agenda de Delisi, a la que AP tuvo acceso. Ese mismo día, el comité de acción política de Merck donó 5.000 dólares para la campaña de Rick Perry.

En Canadá, el lobby de Merck se desarrolló a través de Ken Boessenkool, empleado de Hill and Knowlton, una compañía de relaciones públicas. Boessenkool fue asesor del primer Ministro de Canadá, Stephen Harper, cuando era líder de la oposición. Además, Jason Grier, ayudante ejecutivo del ministro de Salud de Ontario, George Smitherman, hizo lobby para que Merck consiguiera que Ontario se sumara a la vacunación de niñas.




Las distintas administraciones están tomándose la vacunación contra el VPH casi como una “cuestión de Estado”. El Gobierno catalán ha aprobado hace poco la “Resolución 301/VIII del Parlamento de Cataluña, sobre la orientación política general del Govern“.

En materia de salud el Parlamento insta al Gobierno a continuar facilitando el acceso de los ciudadanos a los servicios sanitarios “para reducir las desigualdades” y junto a necesidades sanitarias elementales, como la reducción de los tiempos de espera para ser operado o la ampliación de la cobertura sanitaria pública a más personas -o la asistencia a personas con fibromialgia o Síndrome de Fatiga Crónica-, se incluye el acceso a la vacuna contra el VPH.

Por lo que podemos saber gracias a enfermeras que trabajan en el sistema sanitario catalán, sus responsables están desarrollando un sistema de objetivos para las enfermeras de Primaria que una vez cumplidos conllevan una gratificación de 2.000 euros anuales.

 Entre ellos está la vacunación contra el VPH. Algunas enfermeras se niegan a cumplir los objetivos de Generalitat y están abriendo el debate sobre la falta de ética de los mismos en sus centros.

Mientras, en otros lugares también ha comenzado a incluirse la vacuna en el calendario escolar. Así, el Gobierno extremeño ha adquirido 15.000 dosis a un precio de 1.560.000 euros. Entretanto, la publicidad agresiva de las compañías impulsoras de la vacuna continúa.

Y en los centros de salud españoles los carteles promocionales llaman a la vacunación dándole a la misma un halo de obligatoriedad con promesas de una curación imposible: la absoluta mayoría de las vacunadas están sanas y la vacuna no elimina las células alteradas.

Esta campaña de márketing va a dar mucho que hablar. Según Discovery DSaud ya se han presentado las primeras demandas contra los laboratorios. Y las oficinas de GSK en Holanda han sido investigadas por supuestas prácticas fraudulentas en la promoción de la vacuna contra el VPH. Se habla incluso de retirarla del mercado.

Como alternativas para los padres y madres preocupados por la salud de sus hijas, numerosos profesionales sanitarios contrarios a la medicalización de la sociedad y en concreto de la infancia, proponen el acceso a citologías de cribado para las mujeres.

Difundir información sobre sexualidad segura y crear centros para ello y talleres para evitar que procesos fisiológicos naturales sean convertidos en enfermedades y medicalizados. La medicina preventiva debería consistir en una buena higiene, un estilo de vida sano y en la honesta identificación de factores de riesgo para evitar la enfermedad o retrasar su aparición.

Los objetivos de estas prácticas deberían de ser evitar en la medida de lo posible la aplicación de fármacos, que casi siempre conllevan efectos secundarios dañinos. La tendencia actual es que los laboratorios están aprovechando la cultura de la prevención para que ésta desemboque en la receta. Existen profesionales sanitarios que piden una moratoria en la expansión de esta vacuna.

Fuente: Miguel Jara el 22 de octubre de 2008

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