Es una cura intensa y bienhechora, que obtiene sorprendentes resultados tanto físicos como psíquicos.
Sin embargo, para practicar el antiguo arte del ayuno, es necesario poseer una información completa y seria sobre sus efectos en el organismo.
Sin embargo, para practicar el antiguo arte del ayuno, es necesario poseer una información completa y seria sobre sus efectos en el organismo.
Los animales, mucho más próximos que el hombre a la naturaleza, obedecen a sus impulsos vitales y ayunan cuando están enfermos o heridos. Muchos de ellos pasan largas temporadas sin comer, durante los días del letargo invernal.
Son también numerosas las especies que ayunan regularmente en ciertos períodos de su vida; el salmón, por ejemplo, no ingiere ningún alimento durante el período en que remonta los ríos, actividad que requiere una gran resistencia física.
Otros animales adoptan comportamientos parecidos: la foca macho, durante la época de celo, pasa tres meses sin comer; primero lucha para reclutar su harén y conseguir un lugar donde asentarse con su familia; luego, para defender todo lo que ha conseguido.
Finalmente, se dedica al apareamiento con sus hembras. Y durante ese largo período de intensa actividad, la foca macho renuncia a ingerir alimentos.
Finalmente, se dedica al apareamiento con sus hembras. Y durante ese largo período de intensa actividad, la foca macho renuncia a ingerir alimentos.
El ayuno en la historia
Como práctica religiosa, como medida de higiene o como método terapéutico, el ayuno aparece en numerosas culturas. Lo practicaban los aztecas, los antiguos egipcios, los esenios, los persas, los espartanos, los druidas Galos, los Vikingos, los indios americanos y los celtas, entre otros.
Es asimismo una tradición que forma parte más o menos viva de las grandes religiones: el cristianismo (Cuaresma), el Islam (Ramadán) y el judaismo lo incluyen aún entre sus prácticas rituales. Muhammad decía que el ayuno y la oración eran los únicos medios para llegar a la liberación de uno mismo.
Es asimismo una tradición que forma parte más o menos viva de las grandes religiones: el cristianismo (Cuaresma), el Islam (Ramadán) y el judaismo lo incluyen aún entre sus prácticas rituales. Muhammad decía que el ayuno y la oración eran los únicos medios para llegar a la liberación de uno mismo.
El ayuno aparece también en la Biblia, practicado por profetas como Moisés, Elías y por el propio Jesucristo. De hecho, existen pocos sistemas religiosos o éticos que no hayan institucionalizado la práctica del ayu no.
Los grandes médicos de la historia lo han alabado. Hipócrates afirmó: “Si alimentamos demasiado al enfermo, alimentamos también a la enfermedad.” Plutarco afirmaba: “Ayunar preferentemente antes que recurrir a la medicina.” Platón sostenía que los ayunos regulares mejoraban la capacidad física y mental y él mismo practicaba ayunos de diez días seguidos.
Los grandes médicos de la historia lo han alabado. Hipócrates afirmó: “Si alimentamos demasiado al enfermo, alimentamos también a la enfermedad.” Plutarco afirmaba: “Ayunar preferentemente antes que recurrir a la medicina.” Platón sostenía que los ayunos regulares mejoraban la capacidad física y mental y él mismo practicaba ayunos de diez días seguidos.
Hoy quedan señales del ayuno ritual en la vida cotidiana de numerosos pueblos, entre ellos los hindúes y los etíopes. Pero han surgido nuevas formas del ayuno: Gandhi fue el primero en utilizar políticamente esta antigua práctica; sus ayunos públicos en protesta contra el dominio colonial británico sacudieron la conciencia del mundo entero y contribuyeron a la liberación de la India.
Algunos experimentos
Si la célula es potencialmente inmortal, ¿qué causa la vejez? Todo parece indicar que la vejez es el punto culminante de una continua saturación ácida. Este hecho fue comprobado de modo concluyente por los experimentos del fisiólogo francés Alexis Carrel(1873-1944).
Carrel y sus colaboradores extrajeron tejido del corazón de un pollo y lograron mantenerlo vivo durante varios años en un medio muy parecido al natural en cuanto a calor y nutrición. Cuando este medio no era renovado, las células del tejido disminuían su actividad, decaían y daban muestras de haber entrado en las condiciones que caracterizan a la vejez. Se demostró que no bastaba con agregar elementos nutritivos al caldo de cultivo; era preciso que éste fuera renovado por completo.
Los detritus o desechos de la actividad vital del tejido cardíaco separado iban saturando poco a poco las células y actuaban como tóxicos paralizantes. Cuando la cantidad de desechos alcanzaba ciertos límites, la actividad del tejido se detenía. Al sustituir el caldo de cultivo por otro libre de toxinas, las células rejuvenecían y comenzaban a actuar con su máxima vitalidad.
Desde finales del siglo pasado, diversos científicos (Huxley, Child, Schulz, Kunde) han estudiado los efectos del ayuno total sobre gusanos e insectos.
Algunos resultados fueron verdaderamente sorprendentes; por ejemplo, después de so meter a unos gusanos a un ayuno prolongado, que los redujo al mínimo tamaño, y de una posterior re alimentación que los llevó a recuperar su tamaño normal, se observó que los animales habían sufrido un notable rejuvenecimiento: parecía que habían nacido de nuevo. Huxley, además, separó un gusano de una colonia y lo sometió a ayunos periódicos.
Cuando no ayunaba, el gusano comía lo mismo que los demás. El gusano separado vivió diecinueve veces más que los otros.
Algunos resultados fueron verdaderamente sorprendentes; por ejemplo, después de so meter a unos gusanos a un ayuno prolongado, que los redujo al mínimo tamaño, y de una posterior re alimentación que los llevó a recuperar su tamaño normal, se observó que los animales habían sufrido un notable rejuvenecimiento: parecía que habían nacido de nuevo. Huxley, además, separó un gusano de una colonia y lo sometió a ayunos periódicos.
Cuando no ayunaba, el gusano comía lo mismo que los demás. El gusano separado vivió diecinueve veces más que los otros.
También las personas que ayunan detectan un rejuvenecimiento similar, aunque menos acentuado, de los tejidos celulares. Esto responde a una lógica muy sencilla: si al ayunar uno puede llegar a perder el 45 % de su peso, al recuperar el peso habitual, la mitad de su cuerpo está formado por protoplasma nuevo, y además se ha liberado de buena parte de las toxinas que habían provocado el envejecimiento celular.
¿Qué es el ayuno?
Pero ¿qué es el ayuno? Hay quien opina que se trata de una práctica religiosa. Otros sostienen que es una terapéutica de depuración e incluso hay quien lo define como un medio para elevar el nivel de conciencia
. Pero existe también una definición mucho más breve y sencilla: ayunar es no comer.
Es decir, consiste en abstenerse por completo de ingerir calorías. Es una dieta que, en su sentido más estricto, se compone sólo de agua. Por tanto es una renuncia total y voluntaria a tomar alimentos, excepto agua.
La popularización reciente, en todo el mundo, de algunas variantes menos estrictas ha hecho que también se denomine ayuno a diversos métodos de adelgazamiento, como la cura de zumos, las dietas a base de fruta y los regímenes de comida única. Cada uno de estos métodos es interesante, pero no constituye un ayuno.
Las dietas de tisanas con miel o caldos vegetales son también muy útiles, pero sólo se ayuna cuando se toma únicamente agua: “Ayunar no quiere decir comer una cosa en lugar de otra; quiere decir no comer”, decía Lanza del Vasto.
¿Por qué ayunar?
La Naturaleza descansa en invierno, vive de sus reservas y se recoge en sí misma para estallar en primavera.
Pero si esta observación no parece convincente, pensemos en el motor de un coche: a nadie se le ocurriría que puede trabajar sin interrupción, durante un tiempo indefinido.
Cuando algo no marcha bien, hay que parar el motor, observar qué es lo que falla y, a menudo, cambiarle el aceite.
Pero si esta observación no parece convincente, pensemos en el motor de un coche: a nadie se le ocurriría que puede trabajar sin interrupción, durante un tiempo indefinido.
Cuando algo no marcha bien, hay que parar el motor, observar qué es lo que falla y, a menudo, cambiarle el aceite.
Pero volvamos a la naturaleza: si vemos un río contaminado, podremos pensar en dos soluciones: una, verter en el río diversos productos químicos que traten de paliar la contaminación y hacerla más llevadera.
La otra, dejar de verter toda clase de contaminantes durante un tiempo, para que el río pueda regenerarse y, finalmente, ya con el río limpio, tratar de no volver a ensuciarlo.
La otra, dejar de verter toda clase de contaminantes durante un tiempo, para que el río pueda regenerarse y, finalmente, ya con el río limpio, tratar de no volver a ensuciarlo.
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