"La mesa -decía De Maistre- ha matado más gente que las guerras".
Los consumidores estamos seriamente expuestos a ser víctimas de los fraudes y adulteraciones que, con demasiada frecuencia, se llevan a cabo en el proceso de producción y comercialización de los alimentos.
La causa de muchas enfermedades reside en la codicia de la industria alimentaria y la negligencia o pasividad de las autoridades sanitarias.
En la memoria de todos están casos como el del síndrome tóxico, atribuido al aceite de colza desnaturalizado, que se cobró 1.200 vidas y dejó inválidas a más de 4.000 personas en España.
Paradójicamente, es en los países más desarrollados donde se comete el mayor número de delitos contra la salud pública.
En Estados Unidos, 60 millones de personas son atendidas cada año en urgencias con síntomas claros de intoxicación alimentaria: diarreas incontenibles, dolores y calambres abdominales, náusas, vómitos, sudoración... Para el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC), los alimentos adulterados o en malas condiciones son la causa de 9.000 fallecimientos anuales.
En España, el Ministerio de Sanidad reconoce que, año tras año, cerca de 15.000 personas resultan intoxicadas por el consumo de alimentos adulterados o en mal estado de conservación. Salmonelosis y botulismo son los casos más frecuentes.
Si bien es cierto que la mitad de los casos de intoxicación se producen por una incorrecta manipulación de los alimentos en el hogar, el resto, es decir, la otra mitad de los casos, corresponde a alimentos adulterados durante el proceso de producción y comercialización, resultando los consumidores víctimas inocentes e indefensas.
Principales Amenazas
Éstas son algunas de las principales amenazas que se ciernen actualmente sobre la salud de los consumidores:
ADITIVOS.
A menudo consumidos de forma inadecuada, los conservantes, colorantes, antioxidantes... han provacado numerosos casos de intoxicación colectiva. Muchos aditivos pueden ser tóxicos o peligrosos para la salud a pesar de que estén autorizados (ver en éste mismo número de Natural la "Guía de aditivos" que publicamos). Otros aditivos han sido prohibidos pero aún son utilizados de manera clandestina.
En diciembre de 1996 los productos transgénicos comenzaron a invadir los supermercados españoles y europeos. Maiz, soja, tomates y otros alimentos manipulados genéticamente pueden generar nuevas toxinas y alérgenos.
Con ellos se preparan el 60% de los productos que se venden en supermercados: cerveza, galletas, margarina, chocolates, alimentos infantiles, productos dietéticos...
Erwin Chargoff, a menudo mencionado como padre de la biología molecular, advierte que la tecnología de ingeniería genética supone un peligro aún mayor que la tecnología nuclear y que fácilmente puede llevar a un "Auschwitz molecular". "Yo tengo la sensación de que la ciencia ha transgredido una barrera que debería haber sido respetada..., no se puede parar una nueva forma de vida una vez liberada en el medio ambiente. Te va a sobrevivir, como a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
Semejante ataque a la biosfera es algo tan radicalmente nuevo, tan inimaginable para las generaciones anteriores, que yo sólo desearía que la mía no hubiera sido culpable de ella." Las multinacionales de ingeniería genética intentan vendernos sus productos como naturales aunque no son sino alimentos artificiales, cada vez más alienados desde su origen, y esto cuando en la Unión Europea y en los países industrializados existen excedentes de productos lácteos, de carnes, verduras y frutas "naturales".
¿Queremos realmente consumir alimentos de diseño de escaso valor gastronómico y cuyos posibles riesgos para el medio ambiente y la salud son aún desconocidos?
BACTERIAS.
La presencia de Salmonella y Campylobacter en los alimentos puede provocar enfermedades diarréicas y gastroenteritis.
En Europa se ha multiplicado en los últimos años el uso de antibióticos en las granjas para producir un engorde artificial de las aves de corral.
A consecuencia de ello, en España el 80% de los pollos son portadores de Campylobacter.
En el Reino Unido, el 30% de los pollos tiene Salmonella.
La Escherichia coli 0156 está causando estragos entre los consumidores de hamburguesas. Sólo en los Estados Unidos cada año enferman 20.000 personas, de las que 250 mueren irremediablemente.
Algunas conservas y alimentos enlatados contienen Clostridios, bacterias responsables de numerosos casos de botulismo, enfermedad que puede desencadenar la muerte por parálisis de los músulos respiratorios.
Frutas, verduras, hortalizas, lácteos y alimentos procesados a veces contienen Listerias, bacterias que pueden provocar abortos espontáneos y meningitis.
Las Estafilococos presentes en carnes tratadas, pescados, lácteos y natillas pueden producir náuseas, vómitos, espasmos, diarrea, dolor de cabeza y fiebres intensas.
GRIPE AVIAR.
Procedente de Hong-Kong, el virus H5N1 sigue ocasionando numerosas víctimas mortales pese a que más de 1.500.000 pollos infectados han sido ya sacrificados.
HORMONAS.
Las carnes tratadas con hormonas pueden provocar intoxicación leves, palpitaciones, dolor de cabeza, temblores, alteración de las funciones hepáticas. Los efectos a largo plazo son desconocidos. El sistema nervioso, la cabeza, el hígado y el sistema motriz pueden resultar perjudicados. En España, aún son frecuentes los casos de utilización ilegal de Clembuterol.
METALES PESADOS.
Muchos pescados y frutas pueden contener metales pesados. 3.000 personas resultaron afectadas y 115 fallecieron a consecuencia de la enfermedad de minamata. Comer pescado contaminado con mercurio puede provocar la muerte. El mercurio se acumula de por vida en el organismo.
El exceso de plomo provoca anemias, problemas digestivos, degeneración del sistema nervioso y dificultades para concentrarse y memorizar.
El cadmio provoca osteoporosis, desmineralización de huesos, diarreas y dolor de riñones.
El cobre en exceso en las frutas puede provocar ansiedad, depresión, irritabilidad, hipertensión, migrañas, anemias y anginas.
PESTICIDAS Y PLAGUICIDAS.
Sus residuos, presentes en frutas y verduras, afectan al cerebro, hígado y sistema reproductivo. Se acumulan en el tejido adiposo. Algunos investigadores relacionan la disminución de la calidad del esperma que se ha constatado durante la segunda mitad del siglo XX con el uso de estas sustancias.
Según el estudio realizado por el Rishospital de Coopenague publicado en la revista médica "The Lancet", los hombres que sólo consumen alimentos biológicos, no tratados con plaguicidas y pesticidas, tienen un promedio de un 43% más de espermatozoides que los que ingirieron comida convencional.
PVC.
El cloruro de polivinilo que se utiliza en la fabricación de botellas de agua mineral puede resultar cancerígeno. Un pequeño error de fabricación en el envase bastaría para provocar afecciones al pulmón, hígado y cerebro.
RADIOACTIVIDAD.
Las fugas radioactivas contaminan los alimentos. Durante años, en un área de muchos kilómetros cuadrados en torno a Chernobil, la población ha estado privada del consumo de leche y otros alimentos irradiados.
A veces se producen fugas radioactivas que son silenciadas por las autoridades, como ocurrió este mismo año en el sur de España, en las instalaciones de Acerinox. La nube tóxica fue detectada en Italia y Suiza. El exceso de radioactividad en las frutas causa leucemia, cáncer, cataratas, envejecimiento prematuro y malformaciones genéticas.
VACAS LOCAS.
La enfermedad de Creutzfeldt-Jacob sobreviene tras ingerir carne o vísceras de vacuno infectado por la encefalopatía espongiforme. Desde 1988, casi un millón de reses han incubado la enfermedad en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal, Holanda, Bélgica, Suiza e Irlanda. Expertos de la O.M.S. auguran que en 10 ó 15 años se producirá una auténtica epidemia del mal de las vacas locas en seres humanos.
En España, 856 personas podrían desarrollar la enfermedad al haberles sido administrado un medicamento, el American Pulmonate II, que fue desarrollado en Gran Bretaña con plasma de un donante infectado.
Alimentos no Recomendables
Harinas refinadas.
Las vitaminas, minerales, proteínas y fibra que contienen los granos de las que proceden les son extraidos en el proceso de refinamiento.
Lo que usted compra es almidón; aunque le agreguen vitaminas, (irónicamente, primero le extraen las naturales y luego le ponen artificiales), éstas no son asimilables por el organismo en la misma forma que las del producto natural.
Azúcar blanca.
Tiene un altísimo contenido en calorías y ningún valor alimenticio. Las vitaminas del complejo B, calcio, hierro y minerales de la caña de azúcar le son extraidas durante el proceso de refinamiento, proceso en el cual se utilizan sustancias químicas como el ácido fosfórico, sulfito de calcio, carbonato de sodio y otras.
Para poder ser asimilada por el organismo despoja a éste de grandes cantidades de vitamina B y calcio, por lo que provoca caries dentales, problemas óseos, avitaminosis y toda una serie de trastornos colaterales.
Aceites y grasas refinadas.
Son productos desnaturalizados sometidos a procesos como el de la hidrogenación, que consiste en emplear un catalizador de níquel calentado para meter el hidrógeno en los átomos de carbono del ácido linolénico.
Esto impide que el aceite se ponga rancio fácilmente y así puede venderse sin problemas de almacenamiento para beneficio de fabricantes y comerciantes, se elimina sabor y olor, se clarifica y se ofrece un producto final casi transparente. La hidrogenación destruye los ácidos grasos esenciales.
Productos enlatados.
Piense en los meses o años transcurridos desde la elaboración de los preparados que usted compra en lata. Aparte de eso, a la mayoría se le añaden conservantes y aditivos químicos y el envase, la lata en sí, puede sufrir deterioros o alteraciones que afectan al producto.
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