Si hablamos del Síndrome del edificio enfermo (SEE) es casi ineludible recordar el caso de Gas Natural en Barcelona hace unos años.
Concretamente en 2006, 273 de sus empleados sufrieron lipoatrofia semicircular.
Concretamente en 2006, 273 de sus empleados sufrieron lipoatrofia semicircular.
Un síntoma raro que supone una pérdida de una zona semicircular de tejido graso subcutáneo situado, sobre todo, en la parte anterior de los muslos.
Las causas, aunque no aclaradas del todo, tuvieron que ver con un edificio enfermo, es decir, que provoca problemas de salud a buena parte de sus ocupantes.
De inmediato, a uno se le ocurre pensar que si hablamos de un edificio enfermo estamos hablando de una construcción antigua y deficiente.
Pues no.
La OMS cifra en un tercio los edificios de oficinas modernas del mundo en que más del 20% de sus ocupantes sufren síntomas de ojos, nariz o garganta irritados, náuseas, dolor de cabeza, etc.
Pues no.
La OMS cifra en un tercio los edificios de oficinas modernas del mundo en que más del 20% de sus ocupantes sufren síntomas de ojos, nariz o garganta irritados, náuseas, dolor de cabeza, etc.
Un edificio moderno… y sano
Si retrocedemos en el tiempo en búsquedas de noticias, nos encontramos con que este síndrome es muy moderno y nace en edificios diseñados para ser energéticamente eficientes. Nos tenemos que remontar a 1976 para encontrarnos con uno de los primeros casos.
En un hotel de Philadelphia, durante una convención de la Legión Americana, la presencia de una bacteria altamente infecciosa, hasta entonces desconocida, en el aire acondicionado, provocó la muerte de decenas de personas. La bacteria fue bautizada con el nombre de Legionella y hoy está totalmente controlada.
Afortunadamente, se trató de un caso excepcional y las consecuencias de trabajar en un edificio enfermo suelen ser leves, en forma de irritaciones, dolores de cabeza, tos, somnolencia, etc., y afecta de forma negativa a la productividad y el absentismo laboral.
Ahora bien, aunque los factores de riesgo que hacen que un edificio “enfermo” pueden ser muchos y variados, la mayor parte de los casos se debe al aire contaminado dentro del edificio.
Es decir, edificios modernos, dotados de aire acondicionado y aislados del exterior para evitar pérdidas energéticas.
Es decir, edificios modernos, dotados de aire acondicionado y aislados del exterior para evitar pérdidas energéticas.
Y, además, existen demasiados edificios enfermos.
En un estudio realizado en 500 edificios de Estados Unidos y Europa se comprobó que el 60% de los sistemas de filtración de aire estaban mal ajustados o eran inadecuados, que el 33% de las entradas de aire exterior estaban cerradas con objeto de optimizar la conservación de la energía; que el 22% de las conducciones de aire estaban excesivamente sucias; y que el 36% de los sistemas de aire acondicionado presentaban contaminación por otros aspectos, como hojas de árbol podridas o insectos muertos.
En un estudio realizado en 500 edificios de Estados Unidos y Europa se comprobó que el 60% de los sistemas de filtración de aire estaban mal ajustados o eran inadecuados, que el 33% de las entradas de aire exterior estaban cerradas con objeto de optimizar la conservación de la energía; que el 22% de las conducciones de aire estaban excesivamente sucias; y que el 36% de los sistemas de aire acondicionado presentaban contaminación por otros aspectos, como hojas de árbol podridas o insectos muertos.
Así, si en los setenta empezamos a pensar en edificios sostenibles energéticamente, y más tarde en los diseños inteligentes… Podríamos decir que nuestro reto actual es conseguir, además, edificios sanos.
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